Muchas instituciones aspiran a tener una representación en Internet, sobre todo, como consecuencia de la importancia que ha adquirido este medio para la comunicación, el comercio y la vida en general en la sociedad actual. La cuestión no radica en disponer de una página -hoy casi nadie utiliza esta forma-, un sitio o un portal del tipo que sea, sólo por tenerlo. Puede que en un inicio esto fuera suficiente, pero de la misma forma que la red creció con respecto al número de usuarios, creció también el total de instituciones que trasladaron sus negocios, promociones y servicios a este nuevo medio, y con este desplazamiento, la competencia también se trasladó a un espacio cada vez más importante. Surgió entonces la necesidad de contar con sitios de calidad, "usables" y atractivos, con vistas a conquistar la lealtad de sus usuarios.
Si bien la mayoría aspira a tener un buen sitio, no muchos están dispuestos a pagar en correspondencia con lo que requieren o desean. En este caso, es esencial diferenciar entre lo que se desea y lo que se requiere. Y es en el proceso de solicitud donde debe enriquecerse la experiencia de los usuarios, identificarse con claridad los propósitos y características generales de los productos solicitados y "desmitificarse" en general el proceso de creación, implementación y mantenimiento de un sitio Web.
Son variados los eventos donde se discute reiteradamente el tema del precio Web; se trata de un tema medular en el que se mezclan factores humanos -objetivos y subjetivos-, la calidad y la cantidad de los recursos; así como las características propias de un área geográfica con un entorno económico, social y político propio. Al conjugarse tal diversidad de elementos, el rango entre un valor mínimo y máximo es muy amplio, y por ello tal vez ninguno pueda considerarse sorprendente sino que debe analizarse cuidadosamente para poder "llegar más allá" del simple dato numérico.
